La educación es una de las principales actividades que tuvieron que reinventarse debido a la pandemia de Covid-19. Si bien se tienen diversas iniciativas para mantener un buen aprendizaje a distancia durante el confinamiento (con diversas dificultades), tarde o temprano niñas y niños de todo el mundo regresarán a la escuela.
Sin embargo, esta no es necesariamente una realidad para todos ellos, debido a que, a nivel mundial y mucho antes de la pandemia, más de 250 millones de niñas y niños no tienen acceso a la escuela en absoluto, de acuerdo con datos de la UNESCO. Ahora, una ONG podría tener la solución a través de la tecnología de impresión 3D.
Thinking Huts es una ONG con una filosofía clara: utilizar la tecnología para el bien común. Y piensa aplicar este concepto aumentando el acceso global a la educación a través de la impresión 3D.
Maggie Grout de la Universidad de Colorado fundó la ONG cuando tenía 15 años, tras quedar fascinada con el potencial de la tecnología para crear soluciones arquitectónicas para el bien de la comunidad. Y ahora construirá la primera escuela impresa en 3D en la provincia de Fianarantsoa, Madagascar, en en el campus de la Universidad EMIT.
De acuerdo con el sitio oficial de Thinking Huts, se consideraron siete países para crear la primera escuela impresa en 3D; sin embargo, decidieron asociarse con la Universidad EMIT en Madagascar «en función de su perspectiva política estable en una economía emergente, la oportunidad de crecimiento y el potencial de energía renovable». Otro factor importante fue la formación de asociaciones locales que comparten su misión de promover la educación y la participación comunitaria.
El edificio de 230 metros cuadrados prestará servicios a 20 estudiantes de ingeniería y su construcción costará 20,000 dólares; la mitad de lo que otras ONGs han gastado para construir escuelas en la región, según Smithsonian Magazine.
Para construirla, se usará una impresora a escala arquitectónica que extruye el material de construcción. Este consiste en una mezcla de cemento capaz de soportar la presión ambiental y que emite menos CO2 en comparación con el concreto tradicional. Se construirán las paredes desde cero, capa por capa.
La escuela terminada será un híbrido de paredes impresas en 3D y materiales de origen local que se usarán para construir de techos, puertas y ventanas. La electricidad para la luz e internet provendrá de paneles solares.
Cada unidad individual es un polígono con dos entradas, dos baños y un armario. Su exterior cubierto con patrones inspirados en los textiles tradicionales de Madagascar. Además, la configuración de su diseño de múltiples módulos permite una fácil expansión para un cuerpo estudiantil en crecimiento.
Más impresionante aún: la escuela se completará en menos de una semana.
Thinking Huts también planea enseñar a los miembros de la comunidad cómo usar la impresora 3D. Esto con la finalidad de que puedan replicar el proceso y construir más escuelas en el futuro.
Si todo va bien, Thinking Huts construirá cuatro escuelas más en Ibity, una zona rural en Madagascar, a mediados de 2022.
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