Los dos hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos y Elon Musk, están en el centro de la polémica en los últimos meses por conflictos con sus trabajadores a los que impiden formar sindicatos. Los escándalos que incluyen el espionaje a los trabajadores a través de herramientas tecnológicas o detectives privados; despidos y declaraciones altisonantes respecto a los derechos laborales.
No obstante, como aseguran a Business Insider España, tanto el sindicato internacional UNI Global Union como el español CCOO, estas prácticas no solo se limitan a estas dos compañías. También suponen una tendencia dentro de las multinacionales de base tecnológica. Estas buscan limitar el poder de negociación de los trabajadores; bloquean su organización interna y aprovechan legislaciones laborales cada vez más laxas.
En el caso de la automovilística, su conflicto con los sindicatos se originó esta semana en Alemania. Ahí construye su principal fábrica en Europa, después de que Tesla se negó a participar en la negociación colectiva; según denunció el mayor sindicato del país y del continente, IG Metall, que acusa a la compañía de querer vulnerar los derechos de sus trabajadores saltándose los convenios colectivos del sector.
Este no es el primer enfrentamiento entre la empresa que fundó Elon Musk y los trabajadores en Alemania. En 2017, Tesla se vio obligada a aumentar 30% el salario de los trabajadores de su filial Grohmann Automation. Esto para evitar una huelga convocada por su plantilla ante la negativa de la automovilística a acatar el convenio colectivo de este sector, según Reuters.
También, Tesla acumula un historial similar en su país de origen. Ahí, la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB) dictaminó el mes pasado que la compañía vulneró en 2018 las normativas laborales. Eso se debió a que presionó a sus empleados para evitar que formaran un sindicato; incluso que discutieran sus condiciones laborales. Además, acusaron a Musk de amenazar con represalias a los trabajadores que intentaran organizarse.
Los conflictos de Tesla por su falta de sindicatos en Estados Unidos se suman a las acusaciones de sus empleados respecto a la reapertura de su planta en Fremont, California, el pasado mayo, en pleno confinamiento.
Más allá de Tesla, el principal conflicto entre una multinacional tecnológica y sus trabajadores tiene lugar en los últimos meses en la planta de Amazon en Bessemer, Alabama. Ahí, la compañía tiene una campaña sin precedentes para evitar que su plantilla se organice en un sindicato. Pero esto convertiría a esa planta en la primera de la compañía en Estados Unidos en elegir representantes de los trabajadores.
Finalmente, 5,800 trabajadores de Bessemer consiguieron celebrar elecciones sindicales a finales de marzo; esto tras denunciar presiones ilícitas por parte de la empresa para evitar el proceso. Votaron al menos 3,200 de ellos, 55% de la plantilla. No obstante, Amazon intentará impugnar sus resultados para bloquear la sindicación de la plantilla; según aseguraba a EFE Robin Gaster, profesor de Universidad George Washington, en una entrevista recogida por El Economista.
De hecho, las denuncias de los trabajadores respecto a las prácticas antisindicales incluyen:
Todo esto motivó que en febrero pasado 70 inversionistas de Amazon —entre ellos siete fondos españoles— pidieron a la compañía que pusiera fin a sus políticas antisindicales en Alabama; que también provocan críticas por parte de políticos estadounidenses.
En concreto, los inversionistas reclama a la compañía de Jeff Bezos que cese «toda comunicación antisindical; incluidas:
Con esto, le recuerdan que está incumpliendo sus propios principios de respeto a los derechos humanos; que figuran en su propia web, como destacó Financial Times.
El conflicto con la plantilla de Bessemer se suma los escándalos previos sobre sus condiciones laborales. Por ejemplo, las denuncias de sus repartidores en Estados Unidos. Estos tienen que orinar en botellas porque la empresa no les da tiempo para ir al baño durante su jornada laboral. Aunque la compañía lo negó inicialmente de forma sarcástica en Twitter, acabó por reconocerlo la semana pasada. Y señaló que se trata de un «problema de larga duración en toda la industria y que no es específico de Amazon».
Mientras, en Europa los conflictos laborales de Amazon se centran en acusaciones de espionaje a su plantilla para evitar su sindicalización.
No obstante, Amazon no es la única gran multinacional estadounidense acusada de espiar a su plantilla. Así, en diciembre, la NLRB aseguró en un informe que Google también espía a sus trabajadores de forma ilegal. Esto para evitar sindicatos, tras comprobar que dos de sus empleados fueron despedidos en 2019. Ellos intentaron organizar la representación de los trabajadores en la compañía.
Sin embargo, esos despidos y la búsqueda de «alborotadores» no evitó que 250 trabajadores de la empresa se organizaran en un sindicato. Este fue denominado Alphabet Workers Union, el primero creado por trabajadores fijos de una gran multinacional tecnológica. Este se suma a la alianza internacional Alpha Global, formada en enero por 13 sindicatos de 10 países.
«La hostilidad hacia los derechos de los trabajadores tecnológicos no se limita a Amazon, con su muy conocido historial antisindical», asegura a Business Insider España la secretaria general de UNI Global Union, Christy Hoffman. Ella critica que «en un país tras otro, las plataformas intentan activamente erosionar las normas laborales y las protecciones sociales».
Además, Hoffman destaca que estas prácticas se extienden a escala mundial. También, señala que «en Finlandia, por ejemplo, la industria tecnológica está tomando medidas para debilitar uno de los sistemas de negociación colectiva más fuertes de Europa. Y en todo el mundo, gigantes como Facebook y Google emplean a cientos de miles de trabajadores temporales y subcontratados en empresas virulentamente antisindicales como Teleperformance».
Sin embargo, la secretaria general de UNI Global considera que «la buena noticia es que los trabajadores de la tecnología se están organizando más que nunca».
Mientras, en España las compañías como Amazon afrontan huelgas en los últimos años. Sus trabajadores reclaman mejores condiciones laborales y salariales. Gran parte de los contenciosos entre empresas y sus trabajadores se centran en el recurso a los falsos autónomos en reparto a domicilio.
En el caso de Amazon, Carlos Gutiérrez, miembro del CCOO, señala a Business Insider España que «al menos la parte logística, sí hay un conflicto capital-trabajo, digamos, normalizado».
Por su parte, la directora general de Amazon en España, Mariangela Marseglia, aseguró esta semana en una entrevista a Cinco Días que la compañía respeta “absolutamente el derecho de los trabajadores a afiliarse a un sindicato”. Atribuyó las protestas de sus trabajadores en Italia y España a la estacionalidad de su actividad. Esto «nos lleva a tener que contratar a trabajadores por un tiempo limitado»; aunque asegura que muchos de ellos «acabamos haciéndolos fijos».
Además, el secretario de CCOO apunta que «en este desbordamiento del derecho del trabajo y de los marcos normativos establecidos en el ámbito laboral, hay un interés de que los trabajadores no se organicen como forma de ganar en arbitrariedad». Destaca las similitudes con «lo que está ocurriendo en Estados Unidos cuando vienen plataformas digitales que no respetan los derechos laborales ni lo establecido en relación a los derechos colectivos de representación».
Por ello, Gutiérrez afirma que «estas empresas que nos hablan del siglo XXI, de avanzar, del progreso y de la modernidad; luego, en relación a todo lo que tiene que ver con derechos sindicales, representación colectiva, negociación y demás, son empresas que llevan a cabo prácticas antisindicales más parecidas a las del siglo XIX». Rechaza la afirmación de que no pueden alcanzar beneficios cumpliendo la normativa laboral.
Además, el responsable sindical destaca los problemas de desigualdad a nivel global. Señala que «se está viendo un retroceso en las últimas décadas que algunos expertos vinculan a la transformación tecnológica». Y vinculado a los conflictos por falta de sindicatos durante los últimos años, la tensión crece en países con mayores tasas de desigualdad, como en Latinoamérica.
Carlos Gutiérrez destaca que «esto va más allá de las plataformas, los marcos laborales han sido reformados durante las últimas décadas en Estados Unidos y Europa con una orientación clara, que es la de restar poder y capacidad de negociación a los trabajadores organizados, a los sindicatos». Por ejemplo las reformas laborales aprobadas en España en 2010 y 2012.
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