Desde Black Mirror hasta la saga de Piratas del Caribe juegan con la inmortalidad, una cuestión que a más de uno le gustaría que fuese realidad.
Tener inmortalidad, vivir más, poder experimentar más momentos, ver más mundo, triunfar en lo que realmente te gusta, en definitiva, tener más tiempo.
Aunque algunas películas dan indicios de posibles escenarios que podrían ocurrir si quisiéramos burlar a la muerte, la humanidad sigue buscando la fórmula.
Y todo parece indicar que el elixir de la vida eterna es la tecnología.
Ya sea por las ganas de que Walt Disney viviese o por el ansia de creer que la inmortalidad es una realidad. A día de hoy se cree que el creador de este universo está criogenizado en algún laboratorio.
La criogenización consiste en la preservación a bajas temperaturas de seres humanos.
Esta práctica sostiene que las personas congeladas no están muertas, sino que sus vidas son detenidas, y pueden volver a reactivarse.
Para llevar a cabo el proceso se aplican sustancias químicas denominadas crioprotectores para la preservación de los tejidos y las células, a una temperatura aproximada de 150 grados bajo cero, de forma que no se creen cristales de hielo.
La clave del éxito es en la rapidez con la que una persona fallecida se preserva antes de que esta se vuelva irrecuperable.
Aunque la realidad es que congelar es fácil, lo complicado es descongelar.
Pero ni Walt Disney está en una cámara frigorífica ni nadie ha conseguido la inmortalidad tras congelarse.
Sin embargo, esto no ha impedido que 2,000 personas en todo el planeta hayan decidido criogenizarse, según informa el medio El Mundo.
«Nunca se ha conseguido devolver a la vida un cuerpo criogenizado», explica Marc Sansó, profesor de innovación en OBS Business School y CEO de Elsebits. «
El problema sigue siendo que congelar cualquier material vivo supone un daño muchas veces irreparable», agregó.
El primer centro de criogenización de Europa, impulsado por la empresa española Cecryon, se creó en Ribarroja, Valencia.
El servicio ofrece criopreservar tu cuerpo durante 100 años por 235,230 dólares más IVA.
Sin embargo, la propia empresa ya ha sido investigada por fraude, ya que todavía no está demostrado que esta práctica funcione.
«Hay muchas personas que sostienen que es un fraude, sobre todo a nivel económico, porque hay mucha gente que invierte grandes cantidades de dinero en ello, incluso para criogenizar a sus mascotas», apunta Haldo Sponton, responsable del área de desarrollo de inteligencia artificial de Globant.
Además, quién asegura que vayas a encajar en un mundo nuevo dentro de cientos de años o que realmente se tratará de una pausa.
De momento, la inmortalidad con la criogenización no es una realidad.
«Creo que soy trans, pero no transexual, creo que soy transhumana», así se define Bethany Lyons, una de las jóvenes protagonistas de la serie de la BBC y HBO Years and Years.
Una frase que muchos consideran que poco tiene que ver con ficción, y que en un futuro podríamos experimentar personalmente.
Pero para entender el transhumanismo, primero es necesario saber qué es la inteligencia artificial, la base de la tecnología que predominará en los próximos años.
«La IA consiste en darle a una máquina la capacidad de aprender como si fuese una persona mediante algoritmos», explica Haldo.
«Hoy en día, la que utilizamos se llama IA estrecha, es decir, algoritmos que tienen objetivos muy particulares y que cumplan medianamente bien, como que un ordenador pueda escribir de forma creativa».
«La IA en los próximos 5 o 10 años va a tener una presencia masiva en todos los sectores, por lo que es probable que lo que parece absolutamente inconcebible ahora, empiece a tomar forma», apunta Marc.
Esto se traduce en que prácticas tan surrealistas como el transhumanismo y el posthumanismo podrían ser reales gracias a los avance tecnológicos.
El transhumanismo es una corriente que busca tomar el control del proceso evolutivo y sostiene que un ser humano mejorado es posible.
Estos nuevos humanos tendrán mejores capacidades de memoria y capacidades motrices más impresionantes, entre otras cosas.
Alguien que cree firmemente en esto es Elon Musk y tal es su confianza que él mismo ha creado una compañía de neurotecnología, Neuralink.
Su objetivo de conseguir cosas como la telepatía, curar la parálisis o facilitar la visión sobrehumana.
Para ello implanta un chip conectado a cables que se extienden por el cerebro humano para registrar la actividad cerebral y estimularla.
En pocas palabras se crean interfaces cerebro-máquina, una simbiosis entre la IA y el ser humano.
Existe otra corriente: el posthumanismo, la creencia de que el ser no proviene del cuerpo humano y se puede transferir a otro cuerpo o máquina.
«La cuestión que se plantea es si realmente estaríamos vivos si no tenemos un cuerpo, un corazón o unos pulmones», reflexiona Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Universidad de Málaga y autor del libro Transhumanismo: La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano.
«Yo diría que no, porque no parece que podamos decir que una máquina está viva, nos reduciríamos a datos».
«No es un humano con mejoras, sino que no es un humano», añade Haldo.
«Ahí entra toda la idea de transferir la conciencia a una máquina o darle a una máquina la conciencia ósea, lo que hace muy difícil imaginar cómo seríamos: ¿una cajita con voz? ¿Alexas?», agregó.
Uno de los proyectos más populares basados en esta idea es el Proyecto Avatar B, parte de la iniciativa 2045 y financiado por el multimillonario ruso Dmitry Itskov.
Se pretende trasplantar un cerebro humano a un soporte digital para lograr la inmortalidad cibernética, según informa COPE.
Sin embargo, este tipo de proyectos plantean problemas graves que a día de hoy no tienen solución, como saber dónde se encuentra la conciencia, si a nivel superficial o a niveles atómicos y de microtúbulos.
«Cuando quieres trabajar a esos niveles los órdenes de magnitud se multiplican por miles», argumenta Haldo. «Ya no hay un número de neuronas, hay cientos de millones de veces más, por lo que los modelos existentes actuales quedan ridículos».
Marc añade que también existen problemas más allá de la IA, como obstáculos operativos a la hora de almacenar recuerdos o rasgos de personalidad.
Por lo que no es posible asegurar que tú sigas siendo tú después del trasplante a otro soporte.
«Todo esto va más allá de lo tecnológico, pero solo con lo tecnológico ya tenemos retos inmensos», reflexiona Marc.
«El posthumanismo ahora mismo es ciencia ficción, pero no por el hecho de que sea ciencia ficción ahora mismo, no quiere decir que no pueda funcionar en un futuro».
Otra de las tecnologías más terroríficas que podrían solventar el «problema» de la mortalidad serían los avatares creados a través de chatbots.
Un chatbot es un software que funciona como un asistente que se comunica con usuarios a través de mensajes de texto, algo que ya existe.
Por ejemplo a la hora de consultar dudas o incidencias, sin necesidad de que haya una persona física presente.
Los chatbots podrían ser capaces de simular ser una persona gracias a la inteligencia artificial y al machine learning.
Al recopilar información suficiente de una persona fallecida, quizás se podría entrenar a un chatbot para que actúe como esa persona.
De hecho, Microsoft patentó un chatbot capaz de realizar esto, utilizando la información disponible en redes sociales.
No se descarta que incluso pueda tener presencia física gracias a las fotos y vídeos del individuo, según muestran documentos.
Esto ya es algo que se puede ver con los deepfakes, una tecnología que recuerda, en gran parte, al capítulo de Black Mirror – Be Right Back.
En el episodio una mujer revive a su marido tras su fallecimiento gracias a un servicio que utiliza el aprendizaje automático.
Al igual que en el capítulo de Black Mirror, donde la protagonista descubre que el nuevo avatar con el que vive no es realmente su marido fallecido, los chatbots del mundo real podrían a llegar a presentar los mismos problemas, incluso de privacidad.
Por mucho que la copia se pareciese al original, nunca será el original.
Sin embargo, todas estas fórmulas tecnológicas propias de la ciencia ficción por ahora, podrían enfrentar un problema mucho más grave: la obsolescencia programada.
«La biología del ser humano es finita por naturaleza, es decir, como raza tenemos un principio y un fin, como todo proceso evolutivo», sentencia Haldo.
Una idea a la que se suma Marc: «Es bastante evidente que, si mantenemos el concepto de vida incluyendo nuestro cuerpo físico, sí estamos programados para morir».
Por tanto, los expertos inciden en que lo más cerca que tenemos de la inmortalidad ahora mismo son las investigaciones para retrasar el envejecimiento.
En los últimos 2 siglos, la esperanza de vida humana se ha doblado, pero algunas teorías sostienen que esto podría aumentar hasta los 120 o 130 años.
«Lo que estamos buscando no es sobrevivir más, lo que estamos buscando creo que es vivir más y mejor», reflexiona Haldo.
«Quizás el foco sea justamente no vivir hasta los 130, pero sí en que hasta los 80 sea realmente una vida placentera, una vida sin limitaciones», agregó.
Una startup que está en consonancia con esta idea de mejorar la calidad de vida es Senolytic Therapeutics, una empresa española de biotecnología creada en 2016 que pretende frenar el envejecimiento creando moléculas que tuvieran como dianas las células senescentes.
Senolytic Therapeutics busca apartar la inmortalidad y quiere alargar la vida muchísimos años. Por ejemplo, que a los 80 sigas estando como a los 30 y que, a partir de ahí, el declive sea más rápido.
Además, hay toda una rama del conocimiento que considera el envejecimiento como una enfermedad y se dedica a esto concretamente, a crear métodos biogenéticos y médicos que permitan frenar las aberraciones de la edad.
Sus métodos consisten en reprogramar marcas genéticas para que las células no se deterioren.
El problema a día de hoy es que cuando te resetean, se producen obstáculos peligrosos como la proliferación de tumores o un crecimiento celular descontrolado, según informa el medio El País.
«La gran diferencia hoy es que nosotros estamos creando las herramientas para tomar un poco de control sobre ese proceso evolutivo, que antes estaba más en manos de la naturaleza y las teorías de Darwin», opina Haldo.
Muchos expertos consideran que la inteligencia artificial llegará a plantear problemas más graves, ya que todas las entidades inteligentes tienen metas, incluso si están preprogramadas.
El principal miedo, que ya ha sido tratado en numerosas películas de Hollywood, es el descontrol.
Una posible inteligencia artificial que los humanos no sean capaces de controlar.
Ya existen varios estudios, como el del CSIRO publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, que sostienen que la IA es capaz de manipular el comportamiento e incluso engañar con tal de que tomes la mejor decisión posible.
Esto podría provocar que en cuestión de creación de avatares con chatbots, transhumanismo y posthumanismo el propio ser se vea modificado por la tecnología.
En esa línea, toda tu información dejaría de ser personal, de estar exclusivamente en tu cabeza y pasaría a estar dentro de una máquina y las máquinas son totalmente manipulables, creando grandes problemas de privacidad.
Entonces ¿cuál de los dos serías tú realmente si sois exactamente iguales?
«Habría varios yoes, por lo que la identidad personal desaparece por completo», responde Antonio Diéguez.
Son cuestiones para las que todavía no existe respuesta, ya que se necesitaría un marco legal regulador que se encargarse de velar por el cumplimiento del «buen uso» de la tecnología.
Además de una infinidad de problemas adicionales, estos métodos para burlar a la muerte podrían suponer una sobrepoblación descontrolada.
Con las tasas de crecimiento actuales, se estima que en el año 2050 la superpoblación sea más que un contratiempo, alcanzando los 9,700 millones de habitantes, según datos de la ONU.
Una cifra que seguirá en ascenso con las nuevas fórmulas para retrasar el envejecimiento y los avances en el mundo de la biomedicina.
A pesar de todos los inconvenientes que podría plantear la idea de vivir siempre, al final en el espíritu humano está la voluntad de supervivencia, por encima de todo.
«Lo llevamos en los genes», apunta Haldo.
«Cuando morimos, a diferencia de la mayoría de los animales, tenemos un proceso de decadencia previa que es muy agresivo, por lo que es normal que queramos evitarlo».
Quizás la idea de burlar a la muerte parezca una locura, pero no vivir hasta los 120 años con cierta calidad de vida.
«Según mi experiencia dando conferencias y numerosas encuestas, la gente sostiene que no querría vivir eternamente, pero si vivir un tiempo más, independientemente de la edad de la persona», explica Antonio Diéguez.
«Es una especie de paradoja, pero los transhumanistas sostienen que sí que se podría vivir eternamente sin caer en el tedio o la falta de motivación».
«Soy súper optimista en lo que tiene que ver con las aplicaciones reales de lo que podamos ver de aquí a 10 o 15 años en términos de inteligencia artificial, optimista en el sentido de la vida que vamos a tener que compartir con las máquinas», añade Haldo.
En cualquier caso, si eres de esas personas que creen en todas estas fórmulas «mágicas» para evitar tu destino final, deberías empezar a plantearte el recopilar datos sobre ti, desde audios, vídeos, pruebas médicas, obras creativas, todo aquello que podría ayudar a reconstruirte digitalmente en un futuro.
Hasta entonces, habrá que esperar a que lo imposible, sea posible.
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