Un enfrentamiento en la cúpula de la Secretaría de Agricultura de México sobre el alcance de la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador para prohibir el maíz transgénico genera incertidumbre sobre la industria agroalimentaria del país.
Si se interpretan de manera liberal y se implementan con éxito, las nuevas reglas podrían prohibir las importaciones de maíz transgénico para 2024. Así, se pondría fin a una dependencia que el año pasado alcanzó 16 millones de toneladas de maíz amarillo importado; casi todo de agricultores estadounidenses y usado para alimentar al ganado mexicano.
Una interpretación más restrictiva de la prohibición planeada podría permitir el maíz transgénico para la alimentación animal y salvar a las exportaciones estadounidenses.
El secretario de Agricultura, Víctor Villalobos, cree que la alimentación animal no estará cubierta por la prohibición, según un funcionario con conocimiento del tema. A principios de este año, Villalobos aseguró a su homólogo estadounidense, Tom Vilsack, que el maíz transgénico importado para el sustento animal estaría exento.
Sin embargo, hay indicios de que Villalobos y sus aliados moderados aún no han ganado esa batalla y pueden incluso estarla perdiendo.
Las restricciones planeadas se describieron el 31 de diciembre en un decreto presidencial. Pero se redactó de manera ambigua, resultado de disputas entre facciones en la Secretaría de Agricultura; una encabezada por el secretario y la otra por su adjunto, según tres fuentes con conocimiento del asunto.
Después de seis meses, López Obrador no se ha comprometido ni con una postura ni con otra; mientras los agricultores y procesadores de alimentos siguen en incertidumbre.
Por los antitransgénicos, el subsecretario de Villalobos, el excongresista izquierdista Víctor Suárez, lanza la agricultura «agroecológica». Y critica habitualmente los grandes agronegocios.
La influencia de su facción desembocó en el decreto, que conmocionó a la industria al dictaminar que el maíz transgénico no podía ser utilizado «en la dieta de los mexicanos» después de 2024.
Suárez ha dicho que se prohibirán los alimentos para animales y, por lo tanto, las grandes importaciones del grano transgénico. Fuentes cercanas a Cofepris dijeron que su liderazgo está alineado con Suárez.
Desde finales de 2018, esa agencia detuvo todas las aprobaciones para nuevas variedades de maíz transgénico. Estas son del interés de empresas como la alemana Bayer y la estadounidense Corteva.
Por su parte, Villalobos —un científico favorable al mercado que defiende los cultivos biotecnológicos—, intentó infructuosamente suavizar el decreto antes de que fuera publicado, dijo otro alto funcionario de la secretaría.
Pero Agricultura rechazó múltiples solicitudes para una entrevista con Villalobos. Suárez se negó a discutir sobre cualquier diferencia con el secretario.
Más de una docena de líderes de la industria agrícola mexicana —consultados por Reuters— dijeron que estaban cada vez más preocupados de que la prohibición de los transgénicos se aplicaría a la alimentación animal; a pesar de las garantías de Villalobos.
El texto del decreto especifica que lo interpretarán las secretarías de Agricultura, Medio Ambiente y Salud, así como el consejo científico Conacyt, en tanto varios líderes de la industria creen que los funcionarios a cargo de los tres últimos despachos simpatizan con la opinión de Suárez.
Ninguna de las agencias involucradas respondió a las solicitudes de comentarios. Juan Cortina, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) mexicano, afirmó que no hay claridad sobre lo que decidirán.
Es «totalmente erróneo» asumir que las importaciones de maíz para el ganado estarán exentas, dijo Cortina. «Precisamente lo delicado de este tema es que se aplique para el alimento al ganado», agregó.
Además, las prohibiciones de los transgénicos cuentan con el apoyo de los activistas en México, lugar donde nació el maíz moderno. Los ambientalistas han criticado durante años la contaminación de esos productos en campos de cepas nativas del grano.
La posibilidad de una prohibición amplia de estas tecnologías alimentarias —junto con el glifosato, un herbicida— es alabada por grupos como Greenpeace.
Con López Obrador, la toma de decisiones pasa por el presidente, y los reguladores bajo su control tienen una amplia autoridad para limitar las compras en el exterior.
No hay una fecha límite para que el presidente tome una decisión más allá de la de 2024 para la prohibición especificada en el decreto. Tampoco está claro cuándo lo hará.
Hasta que él decida, el futuro será incierto para el sector ganadero que moviliza 12,000 millones de dólares en México. Durante años, este sector ha preferido el maíz amarillo importado de Estados Unidos por ventajas logísticas y de costos.
Hace dos años, López Obrador se opuso a la prohibición de importación de variedades híbridas para impedir que el precio del maíz subiera. Ahora, la industria espera que el mismo argumento prevalezca, pese a que varios grupos están en contra.
Esperan que se pueda pasar la página de los agroquímicos y los cultivos modificados genéticamente en laboratorios a fin de abrazar un futuro agrícola más sostenible.
Con información de Reuters.
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