El CEO de Twitter, Jack Dorsey, habló sobre el intento de insurrección que tuvo lugar la semana pasada en el Capitolio de Estados Unidos. También se refirió a la decisión de la plataforma de bloquear la cuenta del presidente por su papel en los hechos.
En un hilo de tuits, Dorsey explicó que tomó la decisión correcta dada la situación tan extrema. Pero también reveló su preocupación por posibles consecuencias negativas a largo plazo. Se mostró partidario de desarrollos más descentralizados que moderen las redes sociales.
«Ni celebro ni me siento orgulloso de que hayamos tenido que bloquear a @realDonaldTrump de Twitter, o de cómo hemos llegado hasta aquí. Después de una clara advertencia de que emprenderíamos esta acción, hicimos una decisión con la mejor información con la que contábamos sobre las amenazas a la seguridad, tanto dentro como fuera de Twitter», detalló el CEO de la plataforma.
«Creo que esta fue la decisión correcta de Twitter. Nos enfrentamos a unas circunstancias extraordinarias e insostenibles que nos forzaron a centrar todas nuestras decisiones en la seguridad pública. Los daños en el mundo físico como consecuencia de discursos en línea son reales y demostrables, y es lo que determina nuestras políticas y acciones, después de todo», consideró.
Sus comentarios aludían a los fundamentos por los que Twitter bloqueó la semana pasada la cuenta de Trump: el «riesgo de nuevas llamadas a la violencia».
No obstante, Dorsey también indicó que vetar a Trump dista del que habría sido su curso de las acciones preferido. Se refirió al acontecimiento como «un fracaso en nuestro intento de fomentar el diálogo sano»; y como «un momento para reflexionar sobre nuestras operaciones y sobre el ambiente que nos rodea».
Dorsey considera que este tipo de acciones «fragmentan la conversación pública; nos dividen y limitan el potencial de la aclaración, la redención y el aprendizaje». También, podría sentar un «peligroso» precedente por demostrar «el poder que un individuo o que una compañía tiene sobre parte de la conversación pública global».
Poco después del bloqueo a Twitter, Facebook y su filial, Instagram, tomaron medidas similares. Axios informó de que Snapchat hizo lo propio el miércoles. Todas se referían al riesgo de que Trump continuara incitando a la violencia. Todo se traduce en un primer hito significante de las redes sociales contra una figura pública de alto perfil.
También provocó que muchos seguidores de Trump decidieran marcharse a otras plataformas sociales más afines a la extrema derecha, como Parler o Gab, que se erigen ellas mismas en bastiones de la libertad de expresión por sus laxas políticas de contenido.
Pero a medida que nuevas informaciones detallaban cómo los asaltantes podían organizarse en Parler, otras grandes tecnológicas comenzaron a romper sus vínculos con la plataforma, como Amazon expulsándola de su alojamiento en AWS, o Apple y Google retirándola de sus tiendas de apps.
Dorsey cree que esto «desafía» la idea de que Twitter puede regular su poder sobre la conversación pública con la competencia de sitios como Parler o Gab.
«No creo que esto fuese coordinado. Cada compañía llegaría a sus conclusiones por su cuenta o fueron animadas por las acciones de las demás», consideró. Pero «a largo plazo esto puede ser destructivo para el noble propósito y los ideales que promulga un internet abierto».
Dorsey cree que las redes sociales necesitan poner el foco en las inconsistencias de «sus políticas de contenido»; y cómo pueden «incentivar la distracción y el daño». Cree que deben aumentar su transparencia sobre sus políticas de moderación de contenidos. También, en garantizar una aproximación más descentralizada; algo que reflejó refiriéndose a Bitcoin y Bluesky, el propio intento de Twitter por lograrlo.
Cada vez son más evidentes las dudas sobre cómo las grandes redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat o Reddit; así como nuevas como Parler, Gab o MeWe, juegan en la radicalización, conexión, incitación y desarrollo de extremistas tras el asalto al Capitolio.
Y aunque la Primera Enmienda no se aplica a compañías privadas, todo esto ha reabierto un viejo debate sobre cómo estas plataformas —que también operan en varios países autoritarios— deben encontrar el equilibrio entre libertad de expresión y otros valores en conflicto.
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