La serie de detectives «SOKO München» era uno de los programas con guiones más largos de la televisión alemana cuando terminó en 2020 tras 40 años en antena. Trataba los casos de una unidad de delitos mayores de la policía de Munich, un formato similar a la serie norteamericana «La Ley y el Orden».
La serie de la ZDF —canal público alemán— era el epítome de la televisión germana hasta que Netflix apareció.
Cuando Netflix empezó a entrar en el mercado en 2016, no quería comprar ni encargar los mismos formatos de siempre que triunfaban en la televisión. Quería algo nuevo y tenía mucho dinero para conseguirlo. Esto supuso una ayuda creativa para los productores locales; estos iniciaron una nueva era de producción televisiva en el país.
Desde entonces, las empresas alemanas han producido series en Netflix como «Babylon Berlin», un oscuro drama criminal al estilo de HBO; la retorcida serie de ciencia ficción «Dark»; y la epopeya histórica «Bárbaros».
De hecho, «Bárbaros» describe la batalla del bosque de Teutoburgo. Ese fue un momento crucial en la historia de Alemania, en el que las tribus germánicas se unieron contra un Imperio Romano en expansión. Antes de Netflix, parecía imposible de dramatizar eficazmente.
«Esta emblemática batalla la han intentado hacer muchos productores, pero nunca encontraron la financiamiento», explica a Business Insider Sabine de Mardt, presidenta de la productora de series Gaumont Alemania. «Con Netflix eso de repente es posible».
El efecto Netflix provocó incluso que la televisión alemana busque nuevos formatos. La competencia de los streamers globales está ampliando el apetito de los actores nacionales —como la emisora ZDF—; que se encargó de comedias de situación junto con spinoffs de su antiguo éxito criminal alemán.
Pero Alemania no es el único país que experimenta grandes cambios en la producción televisiva en los últimos años. Las plataformas globales de streaming —como Netflix y Amazon— dieron el pistoletazo de salida a la producción de cine y televisión en lengua local. Así, se favorece que los programas de nicho se conviertan en éxitos globales. También, familiarizan al voraz público estadounidense con los subtítulos y el doblaje.
«El número de programas, su calidad y la competencia en esos mercados locales han aumentado enormemente», afirma un agente de talento que trabaja con creadores internacionales.
Business Insider entrevistó a ocho productores de Brasil, Alemania, India, Israel, Italia y México —así como un agente de talento— sobre el aumento de las producciones en idiomas locales y cómo cambian las producciones. Sin embargo,Netflix no quiso hacer comentarios para este artículo.
La intensificación de la competencia de los servicios de streaming —desde Netflix hasta nuevos actores como Apple TV+—, aumenta los presupuestos de las producciones en lengua local. Incluso duplicando los presupuestos de algunos programas de una temporada a otra. Además, abre puertas creativas que estuvieron cerradas durante mucho tiempo, como sucedía en Alemania.
Pero en algunos mercados, la demanda de contenidos también crea una escasez de talento. Esto aumenta los costos y limita los plazos para las productoras.
Por ejemplo, en México, el productor Alexis Fridman Díaz —de la productora Perro Azul— asegura que la industria pasó de producir temporadas de telenovelas de 80 episodios y de conseguir financiamiento gracias a los incentivos del gobierno para hacer películas independientes, a producir televisión de alta calidad. Actualmente, aún se construye la infraestructura necesaria para ello.
Hace unos años, México no contaba con showrunners o salas de guionistas, según Fridman Díaz. Ahora, la industria tiene que establecer pautas para las escalas de pago y los créditos de las series para esos roles; como el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos lleva a cabo en ese país.
«Estamos empezando a acostumbrarnos realmente a escribir una gran televisión», asegura Fridman Díaz. Su estudio realizó «¿Quién mató a Sara?» para Netflix. «Es una gran oportunidad, pero es abrumador, hacer todo esto en tan poco tiempo».
También, los gustos de Netflix empezaron a cambiar. Los expertos dicen que con su ventaja sobre la competencia, no solo busca programas internacionales con atractivo global (lo que llama «viajabilidad»). Se centra cada vez más en programas que son un gran éxito en sus mercados locales.
Actualmente, los productores de los mercados más importantes y emergentes pueden tener seis o siete estudios a los que dirigirse, en vez de un puñado de compradores locales.
En la India —una región clave para Netflix, Amazon y Disney— hay 40 plataformas diferentes que compiten por los contenidos, según la estimación de un ejecutivo de un estudio.
Pero Netflix tiene una «ventaja de cinco años», asegura Nicola De Angelis, codirector general de la productora italiana Fabula Pictures (Netflix le encargó la serie «Zero» este año). Afirma que la brecha será difícil de cerrar para otros operadores; aunque también está en conversaciones con Disney y Amazon para producir programas para sus negocios de streaming.
Esa competencia, y el éxito generalizado de las series en lengua local —desde «Lupin» de Netflix hasta Teherán de Apple— elevan los presupuestos televisivos.
Danna Stern, del estudio israelí Yes Studios, cuenta que solía producir series dramáticas por 600,000 a 800,000 shekels (entre 170,889 y 237,198 dólares) por episodio. Ahora, las conversaciones parten de 300,000 y llegan a 400,000 dólares; dependiendo del número de episodios por temporada. El presupuesto de la cuarta temporada de la serie en hebreo «Fauda» —que Yes Studios licencia a Netflix— costó aproximadamente un 30% más que la primera, asegura.
En India, Shibasish Sarkar, CEO de Reliance Entertainment, explica que las series con guion se producen por solo un millón de dólares (mdd) por cada temporada de ocho episodios en una plataforma pequeña; frente a los 20 millones de dólares a los que pueden llegar si hay una gran plataforma de por medio. El presupuesto de «Sacred Games» —el primer contenido original indio de Netflix— casi se duplicó en 2019 a 11.5 mdd para su segunda temporada, desde los aproximadamente seis mdd de la primera, dice Sarkar.
Aun así, los presupuestos no están a la altura de los de Estados Unidos. Ahí, la producción de una sola hora de un programa de televisión de gran éxito como «The Mandalorian» de Disney Plus puede costar 15 mdd.
Fuera de Hollywood, los productores desempeñan un papel similar al de los estudios estadounidenses. Suelen conservar los derechos de su propiedad intelectual; luego los pueden aprovechar para crear productos de merchandising o spinoffs cuando una serie tiene éxito.
Pero eso también está cambiando. Netflix y otras empresas de streaming global quieren poseer cada vez más la propiedad intelectual de sus productos originales para convertirlos en franquicias.
Algunos productores locales intentan negociar con más destreza honorarios más elevados o retener parte de los derechos.
«Ese es el mayor reto para todos los creadores del mundo», afirma Rita Moraes, de LB Entertainment, que realizó el drama adolescente brasileño «Sintonia». «¿Cómo se valora la propiedad intelectual con el tiempo, a largo plazo?».
Otras empresas más pequeñas no están tan interesadas en los derechos. Aunque son interesantes de poseer, esos productores aseguran que probablemente no habrían podido permitirse ciertos proyectos sin el respaldo financiero de una gran distribuidora como Netflix.
Los productores suelen cobrar el costo de producción más un porcentaje sobre el mismo, que se denomina «tasa de producción». En Estados Unidos las distribuidoras pueden pagar entre 60% y 70% en concepto de honorarios de producción, según explica un agente de talentos.
Las plataformas de streaming intentan no gastar demasiado en sus apuestas internacionales.
Algunos de los productores aseguran a Business Insider que los nuevos participantes —como HBO Max y Amazon— se muestran últimamente más dispuestos a negociar aspectos como los derechos y las tarifas de producción.
Pero uno de ellos afirma que esos servicios tienen que cooperar, porque Netflix es una plataforma más atractiva para los productores internacionales.
«No existe ningún contrato de distribución más atractivo en el mundo que el de Netflix», afirma Moisés Chiver, productor de «Club de Cuervos», primer contenido original en español de Netflix. «Eso es atrayente para los productores, el hecho de ver su nombre en todo el mundo.
Algunas partes del mundo, como la Unión Europea, tienen cuotas de producción. Están diseñadas para empujar a las plataformas de streaming de sus regiones a invertir en la economía local. Pero, en su mayoría los servicios de streaming invierten a nivel internacional donde les conviene para su agenda corporativa.
Los productores que consultó Business Insider dicen que no hay una receta para lo que quiere cada empresa de streaming. Los intereses cambian, añaden.
Según tres de los productores, Netflix solía buscar la «viajabilidad», es decir, un programa local que funcionara también en las audiencias globales. Es un concepto difícil de precisar; pero podría definir a grandes rasgos un programa local con temas universales.
Ahora, el streamer está más interesado en el impacto local, o en un espectáculo que sea auténtico para la cultura local. También, que tenga un éxito excepcional en su país de origen, aseguran estas personas consultadas.
«Esto es lo más estimulante del año», afirma Stern de Yes Studios; quien comenta que recientemente vendió un documental a Netflix que era popular en Israel y tenía ramificaciones que iban más allá de la pantalla. Si lo hubiera presentado unos meses antes en el marco de la «viajabilidad», habría sido un ‘no’».
Eso no significa que la «viajabilidad» no siga siendo importante. También es una cuestión de costos en algunos casos, según De Angelis.
«Hay que tener series o películas que puedan funcionar en otros lugares, pero al mismo tiempo tienen que ser importantes en términos de impacto para el mercado local», asegura. «Cuanto más gasta Netflix, más tiene que ser capaz de funcionar en un mercado global ese contenido. Cuanto menos gasten, más invertirán en la percepción general de algo que puede llegar a ser global, partiendo de lo local».
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