Aparentemente nunca habrá suficiente guacamole. Esto se ve reflejado en cifras, por ejemplo solo el año pasado en Estados Unidos se consumieron más de 6,000 millones de aguacates, lo que produjo toneladas de residuos no comestibles entre semillas y cáscaras.
México exporta la mitad de los aguacates que se consumen en el mundo. De hecho, un solo trabajador puede cortar más de 350 kilogramos de la fruta al día y aunque muchos de ellos se exportan enteros, algunos se deshuesan y se procesan localmente.
Por ejemplo, una fábrica productora de guacamole y salsa listos para su consumo intentó hacer composta con los residuos, pero no funcionó porque la semilla de aguacate contiene aceites que complican el proceso. La solución que encontraron fue vendérselos a Biofase, una empresa que les da una segunda vida.
Biofase es una empresa que desarrolló un proceso para convertir semillas de aguacate en bioplásticos que podrían ayudar a reducir la contaminación porque se descomponen más rápido y requieren menos combustibles fósiles.
Pero, ¿qué es el bioplástico? Se le llama así a los productos que se fabrican principalmente con sustancias biológicas —como semillas o cáñamo— en lugar de petróleo. Sin embargo, su forma de fabricación y eliminación es lo que determina si son una alternativa más limpia.
Este proceso comienza con semillas de aguacate que fueron lavadas desde la fábrica proveedora. Después la semilla pasa por una máquina que la convierte en una resina bioplástica lista para soportar el calor que se puede moldear y cortar en diferentes formas.
«Esta lámina va a pasar en el futuro, a un proceso que se llama termoformado, donde la vamos a recortar y generar productos como tenedores, platos, etc.», explicó Scott Munguía, director general y fundador de Biofase
La empresa inició hace ocho años en Monterrey con un edificio y actualmente cuenta con tres instalaciones en México.
Biofase produce cerca de 130 toneladas de bioplásticos al mes, lo que equivale a los residuos de plástico convencional que producen 13,000 estadounidenses.
Por ahora es una cifra modesta, pero los productos de Biofase se envían a México, Reino Unido y otros países de Europa y la empresa se expandió recientemente a Australia, aunque aún queda mucho camino por recorrer.
Algunos estudios demostraron que los bioplásticos suponen mejoras con respecto a los plásticos tradicionales, pues necesitan menos combustibles fósiles para producirlos, contienen menos sustancias tóxicas y se descomponen más rápidamente.
La tecnología para fabricar estos productos mejoró en los últimos años y se volvió una industria de casi 20,000 millones de dólares. Esto es casi el mismo crecimiento que el de una planta de carne basada en plantas.
Pero no todo son buenas noticias. El proceso de compostaje de los bioplásticos requiere instalaciones industriales especiales y pueden contaminar el flujo de reciclaje habitual. Además, son más caros que el plástico normal que se fabrica a partir del petróleo.
«[Esto es] por dos razones, en primer lugar, el petróleo es actualmente muy barato. En segundo lugar, la capacidad de producir bioplásticos es menor, mientras que la del plástico regular es mucho mayor. Así que los respalda una gran economía en términos de producción», explicó a Business Insider Axel Barret, editor de Bioplastics News.
Por ahora se utilizan sobre todo en restaurantes, pero la idea de que los biodegradables pueden arrojarse a la naturaleza y desaparecerán es falsa.
Los bioplásticos tardan hasta un año en descomponerse en estas condiciones, tiempo suficiente para obstruir los cursos del agua o dañar el hábitat de animales. Sin embargo, es mucho menos tiempo que el plástico convencional ya que algunos pueden tardar cientos de años.
Este material puede sustituir algunos plásticos tradicionales. Actualmente se probaron a pequeña escala, pero gracias a Biofase, puede que estemos una tostada de aguacate más cerca de un planeta más limpio.
AHORA LEE: Un grupo de científicos desarrolló un método que convierte botellas de plástico en aroma de vainilla
TAMBIÉN LEE: Esta es la cantidad de plástico que comemos a lo largo de nuestras vidas