El mundo del arte se adapta a las ventas y subastas digitales

  • Las transacciones mundiales de obras de arte cayeron 22% en 2020, hasta los 50,100 millones de dólares.
  • Pero las ventas digitales y subastas compensan en parte los cierres de galerías y eventos debido a la pandemia.
  • El mercado asiático resiste mejor la crisis por su pronta salida de la crisis pandémica.

El bullicio que reinaba cada verano en una sala de exposiciones de Basilea, Suiza —donde los coleccionistas aprovechan para hacerse con obras de arte y descubrir nuevos talentos— será sustituido este año por filas de suizos que mantienen la distancia social. Ahí recibirán la vacuna contra el Covid-19, que desató una crisis económica y de salud.

En el edificio Herzog & de Meuron se realiza una de las mayores ferias de arte del mundo. Pero el año pasado se canceló debido a la pandemia y este año se trasladó a septiembre. El centro de congresos adyacente se convirtió en un lugar de vacunación.

Ahora, el mundo del arte se tambalea por el impacto de las restricciones, las prohibiciones de viajar y las normas de distanciamiento social. Así, ferias como Art Basel sufren más que la mayoría. El negocio de la compra y venta de arte tiene que adaptarse para limitar los daños.

De hecho, las transacciones mundiales de obras de arte cayeron 22% en 2020, hasta los 50,100 millones de dólares (mdd), según el informe sobre el mercado del arte de UBS y Art Basel publicado el martes. Se trata de la mayor caída del mercado desde la última crisis financiera.

Pero el panorama fue desigual, ya que se mantuvieron las compras de los más adinerados, sobre todo de Asia.

Compradores asiáticos aprovechan la crisis para comprar arte

A diferencia de la crisis financiera de 2007-2009, cuando muchos de los ricos del mundo perdieron dinero, los súper ricos se han enriquecido durante la pandemia; ya que los estímulos financieros y la volatilidad de los mercados sirven para aumentar sus fortunas.

En tanto, las grandes casas de subastas, como Sotheby’s y Christie’s, ya estaban acostumbradas a las pujas telefónicas y a las ventas en línea. Así pudieron maniobrar con relativa facilidad para atraer a los clientes ricos en efectivo.

Reuters.

Ambas empresas informaron de un descenso general en sus negocios, pero registraron un récord en la actividad en línea y una notable resistencia entre los compradores asiáticos. Mientras, se reforzaron las tendencias prepandémicas de interés por artistas negros, mujeres y creadores vivos.

Este año, esperan aprovechar la afluencia de jóvenes coleccionistas que han encontrado el mundo online más accesible que las antiguas salas de subastas; así como las ganas de los compradores más tradicionales por volver a los actos presenciales.

«Hay una enorme demanda reprimida de experiencias e incluso de gasto, una vez que haya un poco más de estabilidad y previsibilidad», dijo a Reuters el consejero delegado de Sotheby’s, Charles Stewart.

Las ventas digitales de arte ayudan a las grandes firmas de subastas a superar la crisis

Para Christie’s, el año 2021 supuso una confirmación espectacular del potencial de creación de riqueza del mundo virtual. Por ejemplo, este mes acogió una venta de obras de arte digitales por la histórica cifra de 70 mdd.

En una subasta en línea —celebrada durante 14 días— las pujas por la obra del artista estadounidense Beeple comenzaron en 100 dólares y se dispararon rápidamente, con 22 millones de visitantes que acudieron a los últimos minutos de la puja.

Incluso, Christie’s planea seguir con más ventas de los llamados «tokens no fungibles» (NFT, por sus siglas en inglés), u obras de arte que sólo existen en forma digital.

Parece que cada vez hay más gente dispuesta a comprar obras de arte por Internet sin ver primero la obra real.

«Lo que hemos observado es simplemente un hecho sobre hábitos: los coleccionistas están más dispuestos que nunca a comprar a partir de una imagen», dijo Rachel Lehmann, cofundadora de la galería neoyorquina Lehmann Maupin.

Pero añadió que el espacio virtual supone un reto para los artistas y las obras de arte que no se traducen bien en una imagen digital.

El confinamiento de los creadores ayuda a su arte en medio de la crisis

Para la artista alemana Antoinette, el confinamiento no fue del todo malo. De hecho, la cancelación de los actos públicos le permitió una estancia prolongada en el castillo de Merseburgo, al este de Alemania, donde estaba trabajando.

Utilizando solo lápices, crea intrincados dibujos en paneles de cinco metros de altura que forman parte de un proyecto de varios años sobre la identidad cultural europea titulado «Altar de Europa».

En tanto, los habitantes de la zona —socialmente distantes— pueden observar su trabajo a través de las ventanas; y Antoinette dijo que se convertieron en su red de relaciones. «He llegado a sentirme parte de la comunidad», dijo la artista.

Aunque se siente realizada artísticamente, financieramente su situación es peligrosa, ya que encargos como los de retratos se agotaron durante la pandemia.

También, las galerías más pequeñas están pasando apuros, según los expertos, porque la pandemia aceleró la concentración del mundo del arte en menos manos: compradores muy ricos y vendedores de alto perfil y establecidos. 

«En comparación con la última recesión, cuando la riqueza de todo el mundo bajó, en ésta la riqueza de los multimillonarios ha aumentado realmente», dijo la economista especializada en arte Clare McAndrew, autora del informe Art Market.

«Estas cosas son buenas para las ventas de arte (…). Pero nos devuelve a nuestro viejo problema de que la infraestructura está sobrecargada de gente y de que el ganador se lo lleva todo».

El arte y las compras de moda

El informe de UBS y Art Basel encontró que las ferias representaron 43% de las ventas de arte en 2019, pero solo 22% en 2020; algo menos de la mitad de las cuales fueron generadas por eventos digitales.

«Abraham y los ángeles», de Rembrandt en subasta de Sotheby’s / Reuters.

«El mundo digital está concentrando la compra en lo que está de moda (en las redes sociales) y a través de las grandes galerías que emplean a más de 100 personas», dijo James Mayor, que dirige la Mayor Gallery de Londres desde que la tomó de manos de su padre en 1973.

Aunque siempre ha asistido a Art Basel, evita su oferta digital, que, según él, no sustituye al evento real. Otros coinciden con este parecer.

«Hasta ahora los formatos digitales no lo han sustituido, ya que nos beneficiamos de la interacción cara a cara y del ambiente de una feria física», dijo Stefan von Bartha, director de la galería von Bartha, con sede en Basilea.

Pero no son solo las galerías las que sufren. En un año normal, los casi 100,000 visitantes de Art Basel aumentan la ocupación hotelera durante los cuatro primeros días de la feria. Es decir, entre 35% y un 60% por encima de los niveles medios de la semana, según la oficina de turismo de Basilea.

Después de la crisis, el arte espera la calma

Galerías y asesores entrevistados por Reuters prevén una recuperación de la demanda de ferias y del turismo artístico tras la pandemia.

Por ejemplo, Art Basel programa una feria en Hong Kong para finales de mayo. Otras ferias importantes, como la TEFAF y Frieze, esperan seguir celebrando ferias en vivo en algún formato a finales de este año, complementadas con la participación digital.

Pero ya antes de la crisis de la Covid-19 algunos decían que había demasiadas ferias; y las galerías y los coleccionistas afirman que serán más selectivos, ciñéndose al enfoque más local que han experimentado durante el último año.

En tanto, las galerías de Hong Kong informan de un fuerte negocio, ya que China se recuperó pronto de la pandemia y el apetito por el arte chino contemporáneo crece.

«La gente se ha acostumbrado mucho a la extravagancia de las grandes ferias y las grandes bienales que se celebran en tantas ciudades importantes», dijo Leo Xu, director de David Zwirner Hong Kong. «Sinceramente, no lo echo de menos».

Por su parte, Sean Kelly, que dirige una galería de arte contemporáneo en Nueva York, dijo que la pérdida de ingresos de las ferias de arte por la crisis se vio compensada por el ahorro de costos que supone no asistir a ellas.

«Tenemos que empezar a pensar en el costo de las ferias de arte, y no me refiero al costo financiero. Me refiero al costo físico y medioambiental», dijo. 

Con información de Reuters.

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