Cada año, Google recibe más de 100,000 solicitudes para su programa de prácticas. El gigante de búsquedas online ofrece puestos tanto en el ámbito tecnológico como en corporativo; en 2020 acogió a becarios de 43 países de todo el mundo.
Andrea Florence, directora de los programas de prácticas, explicó a Business Insider que actualmente buscan personas que se sientan atraídas por abordar problemas a gran escala.
«En los primeros años de Google, el objetivo era encontrar a cualquier persona con las habilidades técnicas necesarias para hacer el trabajo y ayudarnos a construir nuevas tecnologías de inmediato«, apunta Florence. «Ahora, 20 años más tarde, es mucho más importante que contratemos por la cultura add [en relación a sumar] y que construyamos una plantilla que represente a nuestros usuarios».
Florence afirma que una de las cualidades clave que buscan es la «mentalidad de crecimiento»; es decir, personas que participen activamente en su trabajo y actividades porque quieren aprender, crecer y conectar con los demás.
«Damos a los becarios responsabilidades desde el principio y esperamos que su trabajo tenga impacto de inmediato», asegura.
Las prácticas seguirán siendo virtuales en 2021. Para ello, Google ofrecerá una asignación para adecuar el espacio de trabajo de 1,000 dólares con el equipamiento y el mobiliario necesarios. Además, los becarios siguen recibiendo el codiciado paquete de bienvenida. Este incluye la mochila y un ordenador portátil que se les entrega con el hardware de Google.
Sin embargo, la empresa no revela el número de becarios que pasan a trabajar a tiempo completo para la compañía ni el rango salarial exacto. La plataforma de análisis de empleo Glassdoor señala que, en Estados Unidos, los becarios en ingeniería de software ganan un promedio de 7,700 dólares al mes.
Para saber cómo es realmente el programa, Business Insider habló con dos antiguos becarios sobre su experiencia antes de la pandemia.
Dasani Madipalli fue becaria de ingeniería, un programa para estudiantes universitarios de primer y segundo año, en el campus de Google en Mountain View, Estados Unidos en 2017. Tras trabajar en el equipo de pagos, pasó a hacer prácticas en Microsoft y Khan Academy; explicó a Business Insider que habría hecho prácticas de por vida si no tuviera que pagar los préstamos estudiantiles.
«En las prácticas de ingeniería, te emparejan con otro becario. Ambos trabajan en el mismo equipo, ya sea en proyectos similares o en el mismo producto», relata.
El equipo tenía cuatro becarios con dos mentores, cuya función era asegurarse de que lograran realizar sus tareas con éxito. También a Madipalli se le asignó un mentor fuera de su equipo con el que podía hablar sin preocuparse de que le evaluaran su rendimiento.
Además, Madipalli y sus compañeros de prácticas fueron invitados a numerosas charlas de la empresa.
«Una de las que más me impactó fue una charla de Karishma Shah, de X, la fábrica de ‘moonshot’», refiriéndose a las instalaciones secretas de investigación y desarrollo de Google. «Me inspiró tanto que me puse en contacto con ella después y nos llevó a mí y a otras mujeres a visitar el campus X».
Incluso realizaron actividades para conocer a otros becarios; así como talleres técnicos para aprender la infraestructura y las herramientas internas de la compañía.
Pero lo que Madipalli considera más valioso fueron las habilidades interpersonales que desarrolló a través de su mentor. «Fue la primera vez que oí el término ‘síndrome del impostor’. Saber que lo que sentía en mi cabeza no era anormal fue muy valioso. Mi mentora compartió muchas de sus experiencias de prácticas como estudiante de máster para ayudarme a superarlo», recuerda.
Madipalli asegura que, cuando empezó en Google, se sintió fuera de lugar e incluso temía que los otros becarios tuvieran más talento.
«Con el tiempo, aprendes lo que no sabes y te pones al mismo nivel que los demás», afirma. «Mi mentor me enseñó que no se trata de lo que sabes antes de empezar sino de tu capacidad y de tu voluntad para aprender. Esa perspectiva supuso una gran diferencia para mí y dejé de preocuparme irracionalmente de que me despidieran.»
Por su parte, Steven Claunch es director de marketing de marca dentro del Brand Studio de Google; este se centra en la narración de historias para ayudar a definir la marca. En 2015, Claunch realizó unas prácticas en recursos humanos, trabajó como analista y como gestor de redes sociales. Se enteró de las prácticas a través de Lime Connect, una organización con la que Google colabora y que trabaja con estudiantes discapacitados.
Claunch afirma que, desde el primer día, su mentor le animó a ponerse en contacto con lo que Google denomina expertos en la materia en las áreas que le interesaban. «Realmente puedes llamar a alguien y decirle directamente: ‘Oye, me interesa este tema. ¿Hay alguna posibilidad de que podamos charlar 15 minutos sobre ello?’», contó Claunch.
Estas conversaciones son algunas de las mejores que mantiene Claunch durante su estancia en Google. Una de las experiencias más destacadas fue llegar a un especialista en economía del comportamiento dentro de la empresa.
«Me interesan mucho algunas de las cosas irracionales que hacemos como personas. Pasé mucho tiempo como becario hablando con estos expertos en la materia sobre cómo enmarcar las encuestas de manera que no se sesguen los datos, cómo encontrar la mejor muestra representativa», señaló.
Madipalli, que ahora es directora de programas en Microsoft, dice que su mentora en Google —con la que sigue en contacto— le recordaba regularmente que nadie espera que lo sepas todo.
«Me dijo que no tuviera miedo de inclinarme por lo que no sé. No dejes que eso te impida ser curiosa y hacer preguntas; no tengas miedo de sentirte estúpida. Eso me ayudó mucho», asegura.
A nivel técnico, Madipalli admitió que a veces se sentía abrumada porque la codificación es muy diferente de lo que se aprende en las aulas.
«Es una experiencia totalmente distinta, en parte porque hay un marco definido. Incluso si eres muy bueno en un determinado lenguaje de programación, trabajar en aplicaciones y grandes infraestructuras como TLS es totalmente diferente», afirma.
«Trabajas descubriendo poco a poco lo que necesitas específicamente para terminar la tarea que tienes entre manos y, con el tiempo, sientes que sabes más y más», añade.
Además, Madipalli pudo crear vínculos con los becarios lejos de la presión de la oficina a través de eventos como senderismo y talleres de artesanía. Los eventos más populares, como el paracaidismo en interiores o la asistencia a un partido de baloncesto, se adjudicaban por sorteo.
También, recibió el kit estándar que incluye: la mochila de becario, camisetas, botellas de agua y calcomanías de la empresa, entre otros. Pueden quedárselo. Pero, al final de sus prácticas, deben devolver la laptop y cualquier equipo de hardware.
«Una de las mejores cosas de estar allí en persona fue sin duda la comida», añade Madipalli. «Tenían una serie de ‘food trucks’ con comida local siempre rotando. Voy a sonar como una millennial, pero mi favorito era uno que hacía café y tostadas de aguacate».
Claunch afirma que le sorprendió lo mucho que hizo su equipo para que se sintiera no solo integrado sino muy bien acogido.
«Desde el primer día me hicieron sentir bienvenido y valorado. Durante el verano de mis prácticas, celebramos eventos de equipo muy divertidos, como almuerzos de equipo y torneos en la sala de juegos de la oficina. El día de mi cumpleaños, me sorprendieron con una tarta y me organizaron una pequeña fiesta», comentó.
También, Claunch asegura que Google intenta trabajar con una «jerarquía horizontal». Así, las personas de distintos niveles pueden colaborar en la toma de decisiones conjuntas.
«Yo era considerablemente más joven que el resto de miembros de mi equipo. El consejo que me dieron para sortear esa situación fue ‘lidera siempre con datos’. Se ha convertido en un mantra en Google y es un gran factor igualitario cuando trabajas con gente de alto nivel«, afirma.
Por supuesto, esto puede generar mucho ruido. Para centrarse en las cosas que realmente van a importar a la persona en la que se intenta influir, Claunch apunta que el filtro más eficaz es mirar hacia arriba. «Cada vez que observaba los datos, trataba de mostrar cómo se conectaban con los objetivos a alto nivel de mi equipo y, en última instancia, de la empresa. Se trata de formar una narrativa coherente».
Claunch aprendió que las métricas son la mejor manera de crear consenso en torno a una idea, independientemente de la antigüedad.
«Para mi principal proyecto de prácticas, se me encargó aumentar los índices de participación en un par de nuestras cuentas de redes sociales. Pasé algunas de mis primeras semanas diseñando encuestas de consumo de Google; para conocer mejor el tipo de contenido que nuestro público objetivo estaba interesado en ver», explica.
Los datos de esta rápida encuesta le ayudaron a dar forma a la estrategia de redes sociales para los estudiantes de Google y a idear nuevas campañas. «A continuación, a medida que estas campañas se ponían en marcha en nuestros canales, utilizábamos las plataformas analíticas nativas de cada canal para medir qué series generaban más participación».
Cuando se trata de convertir las prácticas en un puesto a tiempo completo, Claunch dice que no hay que tener miedo de hablar de los logros conseguidos. A muchos becarios se les pide que elaboren un ‘deck’, es decir, una presentación al final de las prácticas que resume los conocimientos que el becario incorporó.
«Me esforcé mucho en identificar los aspectos prácticos en los que el equipo podía trabajar. Era una presentación clara y concisa que la gente podía consultar después de que yo me fuera y tenía un plan detallado que podían poner en práctica», asegura Claunch.
Si tuviera que señalar un impacto a largo plazo que tuvo durante sus prácticas, serían las campañas de medios sociales que puso en marcha.
«Creé una reserva de contenidos para varias de estas series, de las que mi equipo pudo tirar y publicar una vez que volví a la universidad. Fue genial —y un poco extraño— ver mis publicaciones en el mundo real desde el lado de la audiencia», asegura.
Al igual que un buen currículum vitae, algo que Claunch recomienda a los becarios al final de su estancia en Google, también aconseja demostrar el impacto que has tenido.
«Casi al final de mis prácticas, creé un documento de Google y empecé a catalogar todos los proyectos en los que había trabajado y el impacto que habían tenido. Una vez que empecé a pensar en mi currículum como un documento que resume mi impacto único en lugar de un depósito de mis diversas descripciones de trabajo, realmente me abrió las puertas», afirma.
Las ofertas a tiempo completo solo se hacen a los estudiantes de último curso; por lo que a Madipalli se le ofreció volver a hacer prácticas, pero optó por ampliar sus horizontes en otras empresas. Sin embargo, señala que, al final, es tu jefe el que decide si consigues una nueva oferta en Google.
«Ayuda a dejar claro desde el principio que el objetivo es volver», comenta. «Al final, la única influencia que tienes es dejar claro a tu jefe lo que has aportado y cuantificar tu impacto en el proyecto o el equipo».
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