Ante la creciente crisis medioambiental, la Unión Europea se ha fijado el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% a la altura de 2030. En este objetivo ambicioso los vehículos eléctricos —que usan litio— tienen cierto peso, ya que en Europa suponen alrededor de 12% de todas las emisiones de carbono.
El coronavirus ha mantenido las emisiones contaminantes a raya en Europa. Pero la reducción de emisiones requiere de una transición energética hacia fuentes menos contaminantes. Aquí es donde entra en juego el litio. La carrera por conseguir una fuente constante de este material puede causar importantes daños al medio ambiente.
El litio es un metal que se puede emplear en distintos ámbitos, como el tratamiento de psicopatologías o la síntesis de compuestos orgánicos. También, cuenta con un gran potencial electroquímico, lo cual hace que sea utilizado como ánodo en baterías eléctricas. Es decir, prácticamente cualquier aparato que utilices con batería, utiliza litio. Los teléfonos celulares son el ejemplo más claro, y los coches eléctricos no son una excepción.
Portugal es uno de los países que ahora mismo cuenta las minas sin explotar de este material más atractivas para Europa. El gobierno luso está preparándose para comenzar a ofrecer licencias para la extracción de este «petróleo blanco».
Esto ayudaría a que Europa contara con un suministro constante de litio, con precios más bajos para este material que si lo importara de otros países.
El debate respecto al auge minero del litio ya comenzó en muchos lugares; también hay minas en países como Austria, Serbia o Finlandia. Sin embargo, la carrera por este metal puede causar aún más daños al medio ambiente, amparado en reducir las emisiones de carbono.
Obviamente, estas explotaciones mineras cuentan con detractores. En Portugal, los grupos en contra de la minería reclaman un mayor cuidado de sus entornos rurales. También, exigen que el gobierno mantenga un diálogo con la ciudadanía para hablar sobre el modelo de desarrollo que quieren.
Se espera un aumento de la industria de reciclaje de este material. Aunque, como recuerda The Guardian, reciclar este material cuesta más que extraerlo. Esto puede dificultar encontrar iniciativa privada en una actividad que, como tal, no es rentable.
La alternativa del grafeno siempre está ahí, igual que la del silicio; pero aún no ha llegado a materializarse.
En agosto pasado, las ventas de vehículos eléctricos batieron récords, con 230,700 matriculaciones; un aumento de 130% contra el mismo mes de 2019. Las estimaciones dicen que a la altura de 2030 habrá 40 millones de puntos de carga de coches eléctricos.
Pero la minería parece ser la parte oculta de esta transición energética. No obstante, la búsqueda de alternativas sigue ahí. Es posible que cobre una mayor importancia en los años venideros.
AHORA LEE: Las 10 startups de vehículos autónomos más prometedoras para los inversionistas
TAMBIÉN LEE: La startup de vehículos autónomos de Amazon, Zoox, presentó un robotaxi eléctrico sin volante con una autonomía de 16 horas